Con estos tips manejarás mejor tu dinero

La gestión de las finanzas del hogar requiere una planificación cuidadosa, para satisfacer las necesidades diarias y los gastos. El primer paso es crear un presupuesto que diferencie los gastos fijos y variables.
Es necesario identificar qué gastos son esenciales y cuáles no. Entre estos últimos, cuáles contribuyen a nuestro bienestar o calidad de vida y cuáles no. También se recomienda reservar una cantidad para los gastos imprevistos que pueden surgir. Tras elaborar este presupuesto con ingresos y gastos, conviene pensar en el ahorro.
Una estrategia efectiva para ahorrar es la regla del 50/30/20, que sugiere dedicar el 50% del presupuesto familiar a los gastos fijos, el 30% a los gastos no esenciales y el 20% al ahorro.
Los gastos de una economía doméstica se pueden clasificar de la siguiente manera, teniendo en cuenta los criterios de prioridad y previsibilidad:
- Gastos fijos de primera necesidad: Todo lo que es imprescindible para una calidad de vida básica: vivienda, comida, energía y educación. Son pagos que se pueden domiciliar en una cuenta bancaria.
- Gastos fijos necesarios: Todos aquellos que son importantes pero no responden a necesidades vitales inmediatas. Así, por ejemplo, es necesario gastar en ropa y calzado pero estas compras pueden posponerse unas semanas o meses, dependiendo de la situación que atraviese la economía familiar.
- Gastos extraordinarios o imprevistos: Son todos aquellos que no estaban recogidos en el presupuesto familiar, precisamente porque no se pueden prever. Una reparación en el hogar o una visita de urgencia al dentista son gastos extra que siempre es más fácil afrontar si previamente se ha ido creando un colchón de ahorro para imprevistos.
- Gastos prescindibles: Pueden variar, según la familia y sus necesidades. Al hablar de desembolsos prescindibles se puede considerar el dinero que se dedica al ocio, los viajes o la restauración. Si bien es cierto que no son imprescindibles para sobrevivir, también es importante tenerlos en cuenta porque contribuyen al bienestar o mejoran la calidad de vida.
Teniendo en cuenta estos aspectos, podrás gestionar mejor tus recursos financieros y apostar por la vida de calidad que mereces. No lo dejes para luego.