El Hoyo 2: la disyuntiva entre comer o ser comido

Director del filme El Hoyo, Galder Gaztelu Urrutia

El cineasta Galder Gaztelu-Urrutia (Bilbao, 1974) sostiene que algunos debates políticos y sociales no tienen solución, como “el eterno conflicto sobre la distribución de la riqueza”. En 2019, el director presentó El Hoyo, una película distópica ambientada en una prisión vertical, donde la comida de los prisioneros desciende cada día en una plataforma. Aquellos que están en los niveles superiores se sacian, mientras que los de abajo se enfrentan a platos vacíos. Cinco años después del éxito de la primera entrega, Gaztelu-Urrutia regresa con El Hoyo 2, una propuesta aún más ambiciosa, destinada a generar más incertidumbre e incomodidad que su predecesora.

 

“No venimos a dar respuestas, intentamos dejar las puertas abiertas para que cada persona haga su interpretación”, explica el director. Mismo escenario, distintos personajes. “Es una película fantástica, que no hay que tomarse muy en serio; lo que sí hay que tomarse muy en serio son las conclusiones a las que llegas después de verla”.

 

En esta segunda entrega, protagonizada por Milena Smit (La chica de nieve) y Hovik Keuchkerian (Un amor), la comida se reafirma como un símbolo que ilustra la desigualdad, la lucha por la supervivencia y las dinámicas de poder en la sociedad que habita el hoyo. Los protagonistas comen el mismo menú a diario: un irreconocible Keuchkerian, calvo y robusto, devora una pizza casi sin masticar, mientras Smit, con la mirada perdida en un pasado irrecuperable, se aferra a unas croquetas. “Necesitábamos dos personajes principales muy antagónicos, porque el hoyo va de eso, de enfrentarse; es una lucha entre dos grupos, uno abiertamente individualista y con gente orgullosa de su supremacismo, y otros que, bajo una supuesta colectividad, lo que defienden es la propiedad privada”, explica el director.

 

“No me apetecía ver gente peleando por comer”, confiesa Keuchkerian, por lo que el actor se había mantenido ajeno a este universo hasta que le llegó el guión para protagonizar la segunda parte. “Ahí vi el potencial; un arranque de una secuela de una película que había funcionado y con una expectación brutal, dos personajes que tenían que establecer una relación de arranque super prudente, que pudiera enganchar, para que el resto de la película funcionara”. Aunque la película se presta a una infinidad de interpretaciones, según el actor, “aún queda todo por contar”.

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