¿Por qué le llamamos “restaurante”?

La palabra “restaurante” llegó a Estados Unidos en 1794.

¿Se ha preguntado alguna vez por qué se le llama “restaurante” a esos lugares donde vamos a compartir una buena comida, una cena en familia, un encuentro entre amigos o con nuestra pareja y que casi siempre están llenos de personas y se respira un ambiente agradable? 

 

Pues parece ser que la mayoría de las personas no conocen el origen de su nombre, incluso entre los que en ellos laboran, también es algo desconocido. 

 

Leyenda o no se dice que en 1765, un mesonero llamado Dossier Boulanger abrió una casa de comidas en París y en su puerta colgó un letrero: “Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos”.

 

Contradictoriamente, eran muy pocos los parisinos que entonces hablaban  francés y por supuesto, tampoco el latín, aunque los que lo lograban apreciaban algo especial en aquellas palabras: “Venid a mí casa hombres de estómagos cansados que yo los restauraré”. 

 

Resultó entonces que unas palabras aparentemente simples definirían un sentido y la frase fue tan bien acogida que prácticamente todas las casas de comidas en el mundo, desde entonces y hasta hoy,  llaman “restaurantes”. Cuentan, además, que Boulanger no solo deleitaba a sus comensales con comidas exquisitas, sino también con deliciosos postres preparados de su propia creación y debido a su fama en Francia a las panaderías se les llama “boulangeries”.

 

Así se estableció la palabra restaurante y surge un nuevo grupo de pequeños empresarios: los restauradores, conformado por chef de mucha reputación que pasaban de trabajar de forma más privada a darse a conocer en un mundo más competitivo.

 

Así también la palabra “restaurante” llegó a Estados Unidos en 1794, traída por un refugiado francés, Jean Baptiste Gilbert Paypalt, a quien se le atribuye la fundación del primer restaurante sueño nortemaericano, que se nombró Julien’s Restorator.

 

Sean, entonces, los restaurantes, esos lugares restauradores de la espiritualidad, generadores de buenos momentos, de más sonrisas y una buena salud. Que la buena comida y una mejor compañía nos arrope cuando los visitemos, sin importar en qué lugar del mundo estemos. Y agradezcamos a los que se esfuerzan por hacernos sentir bien.  

 

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